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Resumen del debate interno del 3 de febrero de 2003

Algunas ideas que salieron:

    1. Discusión en torno al artículo de opinión de Gabriel Tortilla , publicado en El País:

  • La opinión general es que se trata de un intento sutil de justificar los criterios de mercado para la enseñanza, pero planteado como una supuesta defensa de la enseñanza pública.
  • En ese intento está menoscabando el derecho a la educación.
  • Se aprecia en el artículo que el autor tiene una visión de la enseñanza centrada en los niveles postobligatorios (todos los ejemplos se refieren a la universidad). Y ese es uno de los errores: utiliza criterios postobligatorios para la enseñanza en su conjunto.
  • De lo anterior se deriva una contradicción: el derecho a una educación básica se plasma en la Enseñanza Obligatoria, por un lado, y, por otro, se establece un criterio de selección meritocrática para la misma. El establecimiento de este criterio selectivo menoscaba la finalidad de la Enseñanza Obligatoria y, por tanto, el derecho a la educación. Se trata de un atentado contra un derecho básico igual.
  • El planteamiento del autor descansa en la idea de que se debe defender la enseñanza pública desde criterios relacionados con la productividad de la inversión económica; esto es, en términos de rentabilidad o productividad. De ello deriva que es necesaria la intensa evaluación de los alumnos. Pero, no aclara en qué sentido está utilizando la idea de productividad. Expliquémoslo:
    • No tiene sentido, imaginamos que el autor no es tan imbécil, que se refiera a productividad en sentido económico simple, esto es, que de esa inversión obtengamos beneficios en términos monetarios.
    • Por ello pensamos que se referirá a la consecución de los objetivos educativos, a las finalidades: esto es, los alumnos han aprendido bien lo que tenían que aprender. Por tanto, la cuestión se complica:
      • ¿Qué deben aprender? Finalidades, contenidos (de diversos tipos)
      • ¿Cómo se miden los aprendizajes? La forma de evaluar no puede ser la misma para todos los aprendizajes, por tanto, la evaluación no es tarea fácil.
      •  Y falta un aspecto más longitudinal: ¿los aprendizajes que los alumnos realizan son «funcionales»? Con esto nos referimos a si con lo aprendido los alumnos pueden integrarse de forma adecuada (crítica, participativa, activa, con iniciativa, solidaria, profesionalmente útil, etc.) y han puesto las bases para construir una identidad equilibrada, etc. Esto no es fácil medirlo, desde luego.
    • Entonces, ¿a qué se está refiriendo el señor Tortilla? Da la sensación de que la única visión que tiene este señor de la educación es la referida a la enseñanza de contenidos conceptuales, a exámenes que potencian fundamentalmente el aprendizaje memorístico, etc.
    • Sugerencia para el señor Tortilla: que se recicle desde el punto de vista de la educación como un derecho básico, que actualice sus perspectivas didácticas y que profundice en la idea de rentabilidad en la gestión de un derecho. Que piense también en la idea de «rentabilidad social». ¿Tendría sentido pedir «productividad» al parlamento o al gobierno en el mismo sentido que se pide a cualquier inversión? Desde luego, el gobierno y el parlamento es una inversión económica significativa. Habrá que examinarlos.

2. Derivó el debate hacia el eterno problema de definir lo «público».

¿Qué es la enseñanza pública? ¿Aquella que se imparte en los centros públicos? ¿Estos centros deben ser, además, de titularidad pública, esto es, estatales? ¿No es posible que haya centros de titularidad privada pero que puedan considerarse públicos? Algunas ideas que salieron:

  1. «Público» es algo diferente de «estatal». Lo «público» tiene como referencia un modelo de organización, participación y gestión. En realidad, las escuelas de titularidad pública no responden de hecho a este modelo porque en ellas se da una distribución de poder, intereses corporativos, etc. Se apuntó la idea de que no hay centros que sean ejemplos fieles de este modelo.
  2. Frente a esta idea, se señaló que el modelo quizá sea «lógicamente» inviable y que por eso puede no sirva ni como faro o como utopía para nuestra acción. Los intereses privados, particulares son inherentes a la naturaleza humana en el sentido de que el ser humano es un ser «interesado». Podríamos decir que se trata de crear centros con una organización que obedezca a determinados criterios –que el modelo señala- y cuya clave puede ser la idea de participación.
  3. En la interacción humana aparecen intereses diversos y que es necesaria la negociación. Aunque cualquier negociación debe tener un límite: los fines de la educación. Esto sitúa la negociación a otro nivel: negociar los fines de la educación. También los objetivos de las etapas, etc.
  4. ¿Son todos los intereses legítimos?

3. La «participación»

  1. Visto desde la organización de un centro escolar, un instituto, las posibilidades de participación del profesorado son escasas. La organización escolar (incluyendo también la parte curricular y su organización) impide que la participación del profesorado pueda darse:
    1. Con un horario privilegiado (18 horas), con una ratio en torno a 30 alumnos por aula, un número de unos 5 grupos por profesor, una variedad de niveles (de 1º ESO a 2º BTO), más la tutoría, la jefatura de Departamento, las reuniones adicionales para los alumnos de integración, la CCP, las actividades extraescolares,  etc.. no es posible atender a las reuniones de los equipos docentes, a las reuniones de los tutores... Esto es, no es posible organizar el trabajo en equipo de modo que las reuniones sean racionales, adecuadas y productivas.
  2. En los centros que han funcionado según un modelo diferente (por ejemplo, autogestión) se ha conseguido debido al compromiso y al fuerte trabajo del equipo directivo.
  3. Se aporta la idea de que sería mejor un currículo centrado en 5 áreas, de modo que se redujera el número de profesores por grupo.
  4. Se señala, como contrapartida, que el problema no está inicialmente en la organización actual relacionada con el currículum, sino con las actitudes y con la comprensión conceptual de la tarea de educar/enseñar. Es necesario primero abordar la idea de participación para que pueda servirnos de criterio.

 

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